La habitación, calmada e impecable se hallaba iluminada por la única ventana que da vista a la calle. El techo alto y manchado de tiempo, de madera barnizada color marrón se asemejaba al piso cubierto de madera manchada también, podían verse huellas de momentos de antaño. Al centro de la habitación había una cama cubierta de telas floreadas, almohadas tejidas y figuras de animales rellenas de algodón.
La mujer, de unos cincuenta años tenía la mirada fija en la ventana, aunque no miraba por ella, pensaba. Recordaba. Pude verlo claramente en el reflejo del espejo que estaba en la pared sobre la cama, rodeado por un marco de madera tallada, observé desde la distancia por la puerta. Ella pensaba en un detalle, en un asunto totalmente irrelevante de su rutina diaria. Aun así, en ese breve instante, pude ver en sus ojos la tristeza de mujer cuyo esposo ha debido dejar la casa para ganarse la vida, también el hijo. La luz proveniente de la ventana era cómplice de su belleza, el silencio en la habitación lo era de su amor.
Pronto será el día de la revelación de lo que el destino tiene preparado para ella, no habrá más desesperanza ni temor. La habitación quedará vacía, al igual que la casa, con el tiempo.
martes, 27 de enero de 2009
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