La ciudad gris resuena estridente,
a pasos lentos y a la distancia, busco el horizonte
en un torbellino de deseos, mi corazón las horas presiente.
He llegado al cielo y a la tierra,
y en musical paso, al sol y a las estrellas
la ciudad, en su rutina y velocidad insiste,
pero mi alma en su plenitud persiste, como las nubes.
la fuerza de la tierra, en mi corazón,
la paciencia de la noche, en mi alma.
La ciudad resuena estridente,
pero ya no más,
ahora se calma a mi voluntad,
con el viento y los árboles en plena armonía,
y mis sueños y esperanzas, en alegre clamosidad
del día y del quehacer,
del viento y de la tierra,
de los recuerdos y del mar.
viernes, 16 de abril de 2010
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