Sueños tan mágicos llevas
en un desierto de desesperanza e ilusión;
las estrellas fueron hechas para tí.
Los días en rojos atardeceres cesaron,
hasta que tu pasado llegó a su fin.
Levanto suaves miradas a la aurora,
pues rojas esperanzas cada mañana declaro.
Me he encontrado con una fresa entre azules moras,
más dulce de lo que alguna vez soñé,
única como cada mañana,
como cada sol.
La noche como siempre se hace presente,
dormirás con la luna y las estrellas, en profundo sueño.
extrañarás amores o recuerdos de antaño?
He de soñar con tus sueños como si míos fuesen.
Sueños tan mágicos llevas,
en un desierto de desesperanza e ilusión,
mundo insípido destinado a la tristeza.
Los días en rojos atardeceres cesaron,
hasta que tu pasado llegó a su fin.
miércoles, 28 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
Zanahorias en mi Cabeza

Dentro de ti hay un amanecer,
un cielo rojo y gris que me deja sin aliento,
aventuras peligrosas y ternuras sin igual,
que emociones olvidadas hacen renacer.
no busco en tí lo que tu quieres,
pero encuentro otras que desconoces,
como todas las estrellas rojas de la ciudad,
que ahora hacen que te recuerde.
El día es tuyo, la noche es mía,
hasta un amanecer que podemos compartir,
rojo como la pasión,
como tu hermoso cabello,
igual que tu corazón.
viernes, 16 de abril de 2010
Atardecer en la Ciudad
La ciudad gris resuena estridente,
a pasos lentos y a la distancia, busco el horizonte
en un torbellino de deseos, mi corazón las horas presiente.
He llegado al cielo y a la tierra,
y en musical paso, al sol y a las estrellas
la ciudad, en su rutina y velocidad insiste,
pero mi alma en su plenitud persiste, como las nubes.
la fuerza de la tierra, en mi corazón,
la paciencia de la noche, en mi alma.
La ciudad resuena estridente,
pero ya no más,
ahora se calma a mi voluntad,
con el viento y los árboles en plena armonía,
y mis sueños y esperanzas, en alegre clamosidad
del día y del quehacer,
del viento y de la tierra,
de los recuerdos y del mar.
a pasos lentos y a la distancia, busco el horizonte
en un torbellino de deseos, mi corazón las horas presiente.
He llegado al cielo y a la tierra,
y en musical paso, al sol y a las estrellas
la ciudad, en su rutina y velocidad insiste,
pero mi alma en su plenitud persiste, como las nubes.
la fuerza de la tierra, en mi corazón,
la paciencia de la noche, en mi alma.
La ciudad resuena estridente,
pero ya no más,
ahora se calma a mi voluntad,
con el viento y los árboles en plena armonía,
y mis sueños y esperanzas, en alegre clamosidad
del día y del quehacer,
del viento y de la tierra,
de los recuerdos y del mar.
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